Monday, August 07, 2006

 

Una preguntita...

Sunday, December 05, 2004
Un verano hace algunos años, debe haber sido febrero, recibí un llamado de mi hijo mayor que estaba de vacaciones en el sur con unos amigos. Me dijo que tenía que volver urgente a Santiago, y que necesitaba hablar conmigo. Quería estar seguro de que yo iba a estar. Una llamada extraña, que me hizo pasar películas de todo tipo por la cabeza, desde que había hecho una cagada importante, ya no como cuando me vino a contar que se había emborrachado por primera vez con pisco con su primo, sino que algo serio. ¿Qué podía ser? Me dijo que no me preocupara, pero que era importante. Se me pasó fugazmente por la mente que podía tener alguna idea de que su papá no era tan straight como pensaba. Pero no, no sonaba como eso. Interrumpió sus vacaciones para venir a hablar conmigo, y llegó en bus una mañana a Santiago, apareció por mi oficina a mediodía. Era todavía un escolar que iba a entrar a cuarto medio pero parecía todo un hombre. Estaba loco por una niña que había conocido en un campamento de trabajo y que hasta el día de hoy es su polola. Me contaba todo lo que pasaba por su cabeza, o al menos eso creía yo. Pero ese día me di cuenta que había algunas cosas que no me había contado. Se sentó en mi oficina con una cara un poco compungida, muy nervioso. Nunca lo había visto tan nervioso. "¿Que te pasa?" Le pregunté. "Tengo que preguntarte algo pero la verdad no se como", me dijo."Pregúntame y ya", le dije."No se, lo tengo escrito en un papel, porque me cuesta mucho decir las palabras." Y me paso un papelito blanco bastante arrugado que tenía en su mano. Tres palabras“Are you gay?”decía claramente, con esa caligrafía tan típica que adquirió con tantos años de colegio norteamericano. A esas alturas me la esperaba, pero igual fue un zamarrón fuerte. No me caí de la silla, me paré, lo quedé mirando y para ganar un poco de tiempo y prepararme para lo que venía, le dije. “¿Por qué me preguntas eso?”.Me dijo que había visto muchas señales que lo hacían pensar que podría ser así, como por ejemplo que siempre defendía los derechos gays cuando salía el tema, y que aunque me encontraba toda la razón, no era la opinión predominante entre la gente a mi alrededor, y que yo parecía tener las cosas demasiado claras. También algún volante con un viejo pascuero con un torso musculoso al aire que recogí en el gimnasio, era una invitación a una fiesta a la que nunca hubiera ido, que quedó tirado por ahí. Un par de libros sobre el tema que hay en la casa, entre miles de libros, no creo que haya título de libro que no haya escudriñado, con su afición a leer. Seguro los leyó y todo. En fin, me recitó una serie de otras observaciones, incluyendo una foto de un desnudo masculino que encontró en el computador. Foto que no había visto nunca y que obviamente alguien más bajó y no borró. ¿Quién? Da igual, pensó que había sido yo.Pasaron unos minutos mientras me daba esas explicaciones. Y le dije que si, soy gay.“Ah, que bueno que me dices la verdad”, me dijo. “Ya lo sabía y no me hubiera gustado que me mintieras.” Le dije que no le mentiría, ni a él ni a nadie que me lo preguntara, porque eso es lo que soy, que no lo escogí y que me sentiría muy mal negándolo. Que no lo ando publicando, pero si alguien lo quiere saber y es capaz de manejarlo, que lo sepa. Me dijo que me quería igual y que quería darme un abrazo. Me lo dio, y fue uno de los momentos más emotivos de mi vida.Y ahí vino un torrente de preguntas. La primera y mas importante, “¿Sabe la mamá?” Le conté la historia completa. Hijo mayor, muy cercano a su madre, cariñoso y dependiente de ella. Ella también lo regalonea, es su primogénito, el que la hizo pasar los peores meses de embarazo, al que dio a luz en forma natural, sin anestesia. El que los doctores gringos le recomendaron abortar por los medicamentos que tomó, y que por convicción y con mi apoyo retuvo con enorme esfuerzo y dolor. El que sacó todos esos premios en todos los colegios donde estuvo. El que le enseñó a su hermano menor, que es un “natural jock”, a adorar la lectura desde fantasía y ciencia ficción hasta los clásicos griegos, en dos idiomas. Estaba preocupado que le hubiera estado mintiendo a su mamá. Fue el segundo alivio saber que no, que ella lo sabía. Que nos queríamos, que vivir juntos no era sólo por ellos, ni tampoco una tortura para los dos, que somos mejores amigos, que compartimos mucho, que lo pasamos bien juntos, que no se me hace pesado. Pero que los dos sabemos que soy gay y que eso no va a cambiar. Que nos costó llegar a entenderlo y aceptarlo, pero que lo hicimos juntos. Que como él bien sabía, alguna vez nos habíamos separado y yo pude ver que eso le dolió mucho en su momento a pesar de que me dijo con rabia esa vez que le importaba un rábano. Que no estaba seguro de cómo lo iba a tomar ella que él supiera todo esto, porque me tenía prohibido contárselo a los niños. Acordamos que sería algo entre nosotros. Tal vez me equivoqué. Hace un tiempo mi hijo pasó por una depresión y preferí contarle a ella lo que alguna vez había pasado, pensando que la depresión tenía algo que ver con eso. Pero no, la depresión parece que partió cuando supo que existía la posibilidad de que yo me fuera solo a trabajar a Estados Unidos por un tiempo, “que tú te ibas a ir”. También me enteré de que su polola sabe, y hace años, que su potencial suegro es maricón. Ah, duro, me costó tragármela.Alguien me preguntó si todo esto ha valido la pena. Si, valió la pena, y no fue pena, fue la vida. “Play the cards you are dealt”. Me tocó crecer donde crecí, me tocó la educación que tuve, la mujer con la que me encontré cuando se esperaba que me casara. Si hubiera sido otra a los tres años hubiera terminado todo, mis dos hijos maravillosos hijos menores no hubieran nacido. Si, valió la pena. Fue muchos años después que me quise separar siguiendo el ejemplo de mi amigo David. Pero las cartas que tenía en la mano no eran las mismas que tenía a los veinte años, ya había botado algunas y me habían entregado otras. El juego ya había cambiado y las cartas originales ya no se podían jugar. Podía tratar de llevar el juego hacia allá, pero las cartas eran las que eran ahora, no las de antes. Jugué esas cartas lo mejor que pude, olvidándome que tuve un juego distinto en la primera mano. Pero las cartas siguen cambiando. Sigo jugándolas. ¶ 7:34 PM


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Comments:
Un placer conocerte. Insisto.

Espero algún día poder hacer realidad con la persona que amo el sueño de tener una familia. Sin esconderle nada a nadie. No se. Es dificil pero espero lograrlo.
 
qué grande que es tu blog...

a pesar que lo tengo guardado, ahora que lo republicaste me sentí más motivado a leerlo.

grande, huracán.

saludos
 
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