Sunday, August 06, 2006

 

Historias Bizarras

Friday, November 12, 2004


Ayer mientras releía el post de Barro en que contaba su cadena de malas decisiones del fin de semana, y después leía los comentarios que se acumularon, pensé que definitivamente tocó algunos puntos sensibles que hicieron reaccionar a la comunidad bloggera. Me sorprendió que alguien hasta puso en duda la veracidad de la historia y le asignó un 50 % de fantasía. En el fondo sólo me impresiona la capacidad de Barro para contar las historias, y para contarlas bien y al instante. Bastante bueno para contar los detalles de sexo casual , pero se los reserva cuando es un encuentro que promete algo más. Parece lógico y creo que entiendo por qué. No creo que escaseen las experiencias como las que describe Barro, pero son pocos los que tienen la capacidad y valentía para contarlas. Yo a lo más puedo contar las historias del Huracán, y sólo cuando ya son eso, historia. ¿Podré llegar algún día a contar lo que hice ayer en todo detalle como lo hace Barro? Veremos, démosle tiempo al blog. Por lo que he visto de los blogs de larga data, la capacidad para contar va mejorando con el tiempo, supongo que la relación entre el que escribe y su bitácora, que es también la relación con sus lectores, va cambiando. Si esto no lo leyera nadie, ¿sería muy diferente lo que escribiría?A propósito de historias, cuando al Huracán le preguntan cual es la historia más bizarra que tiene, le cuesta un poco decidir… será porque no hay ninguna realmente en esa categoría, aunque algunas llegan cerca. Cualquier paseo por un sauna puede terminar en algo así, pero al menos por hoy no es la idea entrar en esos cuentos. Un amigo del Huracán de sus tiempos neoyorquinos fue el que lo llevó a una situación que fue lo más cercano a la que batió record. En realidad acababa de dejar Nueva York pero regresó por unos días a resolver temas pendientes y se acordó de llamar a David, su viejo compañero de correrías, que tuvo influencias en muchos eventos importantes de la vida del Huracán. No es la historia de David la que voy a contar aquí, pero vale la pena comentar que él es un alto (y no es broma) ejecutivo en Wall Street, mas de diez años mayor que el Huracán, que dejó a su mujer en los suburbios hace antes de cumplir 50 y hoy vive con su novio en un grandioso loft en Greenwich Village. Lo llamé para saludarlo y bueno, como no había tenido oportunidad de conocer a su pareja hasta ahora, me invitó a comer a su casa para que lo conociera. Siempre tan amable, y me pareció que para David, esa era una invitación inofensiva, ya que la mayoría de sus anteriores invitaciones me habían traído mas de algún lío inesperado. Llegué esa noche de lo más tranquilo a su edificio, increíblemente low key la entrada para un edificio de lofts lujosísimos. Supongo que porque realmente eran edificios industriales, no cómo estos lofts nuevos que se ven en Santiago. Llegué temprano, pensé cuando entre al enorme loft, ya que me gritó de por allá al fondo, grab a drink, make yourself at home, we’ll be right with you. No había mucha cara de comida, pero bueno, supuse que tendrían algo encargado. David siempre fue un buen anfitrión, de buenas fiestas y espectaculares comidas.Al rato estábamos sentados en uno de los recovecos del loft que hacía de salita, con unos espacios enormes entre columnas neoclásicas metálicas pintadas de algún color pastel. Después de las presentaciones de rigor, del recuento de algunas peripecias que pasamos juntos, y de las preguntas acerca de la vida y obra de Steve, el Californiano, los temas empezaron a centrarse en la opinión que David el mayor ( su pareja también se llamaba David), tenía acerca de alguna parte específica de la anatomía del Huracán. No sabía que estaba tan impresionado, aunque es cierto que nos conocimos en el camarín de un gimnasio, y noté un poco de envidia de uno y curiosidad del otro. El sentido común se empezó a perder junto con el ¿tercer? martini preparado con saña por David el Mayor. Finalmente bajo los efectos del vodka, borracho y muerto de hambre porque no iba preparado para tomar sino que para comer, acepté sacar a David el Menor de la curiosidad que le había picado el Mayor y mostrarle el objeto de su curiosidad. A pesar de sentirme como un potro en venta en la feria, mi parte mas inmadura e insegura estaba gozando con tanta atención. Para que decir que David el Menor era exactamente de mi edad, y se cuidaba mucho, por lo que tenía un cuerpazo atlético y de músculos no tan grandes pero muy marcados. No se cuál fue la excusa para trasladarnos al dormitorio, fuera de que en un loft las cosas nunca están muy bien delimitadas. Fue fácil una vez allí que la inspección anatómica tomara otro tono especial mente porque la cama era enorme. Oí muchas explicaciones acerca de que eso no lo habían hecho nunca antes… yeah, right!, pero que yo era como de la familia, y que estaban felices de tenerme en su cama. No era ni remotamente lo que esperaba de esta comida, pero I just went with the flow… Fue interesante, no se si sobrio la hubiera disfrutado tanto, y por un momento me sentí que estaba de violinista, ya que bareback no iba a ninguna parte, pero ellos… como eran pareja hacía su tiempo, fieles según me dijeron, y que este evento era la primera vez… etc. Si esa era la manera que David el Mayor tenía pensada para presentarme a su pareja (esto fue hace muchos años y todavía siguen juntos), bueno, no estuvo tan mal, pero a mi no se me iba de la cabeza que había venido a comer. Pregunté a que hora comíamos, ya que estaba muerto de hambre, mas después de tanta actividad. La respuesta fue que no había comida pero que podíamos salir a comer a algún lado que estuviera abierto todavía… había pasado un buen rato desde mi llegada, y hasta en Nueva York cierran muchos restaurantes a las 10 o 10 30 PM. Terminamos en un restaurante italiano, de esos con clientes del vecindario, en el West Village, comiendo unas buenas pastas en un local por lo demás estaba vacío. En buena onda, muy relajados y con una sensación de bonding bien especial. Ya era suficiente para que quedara entre esas noches inolvidables, pero David el Mayor siempre es capaz de sorprender cuando uno cree que ya nada lo sorprendería a uno. Estábamos en plena conversación animada cuando entró al restaurante un tipo joven, mid to late twenties, alto tipo mediterráneo, extraordinariamente atractivo de cara, vestido con jeans y una camisa que lo hacía verse muy bien. Además tenía un paquete notable que los jeans no disimulaban mucho, y que me hizo pensar en algo que leí por ahí acerca del uso de calcetines rellenos con algodón para rellenar la entrepierna. Estúpidamente le hice un comentario los Davides, a lo más dije …nice! Suficiente para que el Mayor invitara al recién llegado a nuestra mesa, “para que no tuviera que comer solo”. Ah, pensé yo, otro que va a caer en el cuento de “comamos juntos”. Al rato ya nos habíamos enterado que este joven de origen siciliano era uno de los miles de unemployed actor/models que pululan por Manhattan y que venía saliendo de una audición. David el Mayor lanzó inmediatamente una rutina que me parece que se la sabía de memoria, y que tenía por objeto hacerle saber al actor/model que David el Mayor era 1.-rico, 2.-tenía un muy buen nivel de contactos en el mundo straight, y 3.-también era uno de los pilares de la vida social del gay-A-list de Manhattan. Que además era un cincuentón sumamente atractivo era evidente para cualquiera. Con todo eso sobre la mesa, con el actor/model totalmente deslumbrado, y con el Huracán todavía medio borracho y con la libido en overdrive, el Mayor decidió invitar a la trouppe a su casa a tomar un trago. Esta vez no hubio vodkas en la salita ni sutilezas… Me despedí del siciliano en Midtown cuando me bajé del taxi que compartimos, el seguía al Upper West Side, y me reí de haber comprobado que la anatomía siciliana es impresionante, como alguna vez me lo habían dicho. No he aceptado mas invitaciones a comer de los Davides, pero si los he vuelto a ver varias veces. Pasé un gran susto para el 11-S porque el Mayor se quedó sin oficina por cortesía de Osama, y por un momento llegué a pensar que nos quedábamos sin David. Sé que es un loco y que me ha metido en mil problemas, desde que compartíamos el asiento de un tren desde los suburbios tramando travesuras casi infantiles, rodeados de Wall Streeters de traje oscuro y camisa blanca. O desde que debatíamos nuestros destinos y discutíamos acerca de como debía uno conducir su vida cuando los naipes que le tocan son como los que nos tocaron a nosotros. Siempre me decía: you’ve got to play the hand you were dealt…, pero nunca me quedó tan claro cual era el juego correcto. El siguió un plan de vuelo distinto al mío, yo aborté ese vuelo cuando despegaba y me quedé sin rumbo. Nunca me lo ha reprochado y me guarda un espacio entre sus amigos aunque yo no sea tan glamoroso como los primos de la realeza británica y sheiks árabes con los que se codea. Me parece que me quiere. Por eso es que a su manera fue generoso, me regaló un siciliano que no me hubiera mirado dos veces y me dejó conocer a su pareja. Siempre me acoge y me hace sentir bien, y me dice que quiere que un día sea feliz.Por supuesto cualquier cosa de lo anterior que se parezca a la realidad es una simple coincidencia, son sólo las historias de un huracán sin rumbo. ¶ 7:53 PM


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Thursday, November 11, 2004

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