Sunday, January 14, 2007

 

Viejo maricón opina sobre la visibilidad

Wednesday, June 15, 2005

No sé si este post va a subir a la web alguna vez. Voy a escribir a calzón quitado, sin anestesia. Hoy me siento mal, como en esos días obscuros de hace casi una década cuando de hecho abandoné a mi familia por unos meses y viví solo declarándome a mi mismo ser un hombre gay que no tenía nada que hacer casado. Eso terminó mal, con una depresión bastante profunda de la que me costó un poco salir, pero lo logré con la ayuda de un psiquiatra que sin juzgarme me hizo ver claramente lo que yo siempre sospeché: que ser homosexual está en metido en mi naturaleza, es parte de mí, no es algo que pueda cambiar. Y no es que quiera cambiarlo.

Pero también dejamos claro que porque tengo una familia, es decir mujer e hijos, a los que quiero muchísimo, mi vida afectiva está estructurada para estar siempre en conflicto con mi sexualidad. No puedo dejar de quererlos, no puedo evitar que me atraigan los hombres. Y me advirtió que eso iba a ser fuente de dolor, de pérdida, de nuevas depresiones. Pero tampoco llegamos a la conclusión de que había que tener un quiebre en mi vida y dejar a mi familia para “ser gay”. Como que la conclusión fue que viviera la vida como a mí me pareciera correcto vivirla, de acuerdo con las cosas que yo considero importantes. Y en esa revisión no encontré nada más importante que mis hijos como centro de mi vida. Y para mis adentros pensé que sí, que es mucho mas importante que la satisfacción sexual, y también que una vida en común con alguna pareja masculina que por lo demás se veía como una utopía irrealizable. Y aperré. Llevo nueve años aperrando desde esa crisis, y en el último tiempo me he tomado la libertad de vivir parte del tiempo solo, en otra ciudad, en otro país, manteniéndome para todos los propósitos cerca de mi familia. Es como viajes de negocios de largo aliento.

Poco a poco se empieza a apoderar de mí una soledad dura, porque no tengo una vida armada en mi residencia alternativa. Si, lo he pasado bien, pero no tengo una vida social muy activa, excepto las actividades en la cama y la ocasional conversación algo más profunda con candidatos a “boyfriend”. El resto se reduce a conversaciones con el dependiente de la tienda, del supermercado, lavandería, etc. Y al mismo tiempo veo que estoy perdiéndome cosas de mis hijos, cosas que siempre he compartido con ellos. Y siento que se resienten por eso, y a mí también me duele. Por otro lado, no puedo pasármela volando 7 mil kilómetros de ida y otros 7 mil de vuelta cada vez que me da sentimiento de culpa o nostalgia.

Cuando pasé por esto mismo hace 9 años, terminé como conté más arriba. No creo que sea una opción esta vez. Es otra etapa de la vida y en lo que me lancé, desde el punto de vista profesional, ya casi no hay vuelta atrás. ¿Acaso llegó el momento de salir del clóset frente a mis otros hijos, los que a diferencia del mayor, no saben que su papá es marica? ¿O con eso les voy a joder la vida en una etapa en que no les hace falta más problemas? ¿Voy a joderle la vida también a mi mujer? ¿O es una oportunidad que ella también está buscando pero no se atreve? Claro, si yo hiciera eso podría evolucionar lentamente hacia esa utopía de tener una pareja hombre. Buenos candidatos hay, de eso no hay duda, y no me parece tan utópico. ¿O si?

Y a pesar de los comentarios poco felices que hace nuestro columnista bloggero José Miguel Villouta en cuanto a los maricas de mas de 40, hay todo un contingente de hombres de mi edad que tiene una cultura gay que no tiene nada que ver con la de las locas, que son hombres masculinos, de muchos logros personales, con capacidad de pensar sobre la política de nuestra propia gente. Gente que no se la pasa metida en los boliches gay, a quiénes es más fácil encontrarlos en un gimnasio o practicando, y bien, algún deporte extremo. O en una reunión de negocios donde se les respeta por tener las pelotas bien puestas. Preocupados de su apariencia personal en un sentido masculino, con cuerpos ejercitados, en forma infinitamente mejor que el promedio de los que tienen su edad. Si, son parte de la cultura del clóset, o del semi-closet. Gente con esa posición honesta pero no activista que tenía cierto honorable abogado miembro de una importantísima institución del poder judicial norteamericano. Cuando le pregunté, después de una magnífica sesión de sexo, y en medio de una conversación tan estimulante como el sexo, si acaso alguien en su oficina, conocía su orientación sexual, la respuesta fue que no le mentía a nadie ni tampoco lo anunciaba públicamente. Pero siendo soltero a esa edad (45 años muy bien llevados) y además el hombre mejor vestido de la corte, lo que me dijo señalando su traje impecablemente combinado con camisa y corbata de colores interesantes, el que no sabe que él es gay es porque no quiere saber.

Es el hombre no activista de más de cuarenta, el que como yo, vio como la causa gay la tomaron los afeminados, especialmente en nuestros países latinoamericanos. Se mantuvieron al margen, como mi amigo el dentista de niñitos de la clase alta santiaguina, o el militante socialista casado que va lanzado en su carrera política, o el otro, empresario que tiene una magnifica compañía que da empleo a muchos. No todos tienen más de cuarenta años, pero todos quisieron poder hacer algo más con sus vidas, en un momento en que la salida del clóset hacía de tu sexualidad lo único que te definía como persona y te marginalizaba, cerrando puertas por todos lados. Y la defensa de los derechos gay tomó un tono que se lo dieron los que llamamos locas, quienes por valentía o desesperación se lanzaron a dar la cara y pelearle a los patriarcas. Y a pesar del intento que hacemos a veces de negar que son parte de la cultura gay, la verdad es que son una parte muy importante, ya que nos han llevado a los titulares de la prensa aunque sea en la forma poco balanceada y caricaturesca que hicieron los medios tradicionales chilenos. Fueron valientes, como son valientes los Villoutas que de la generación de veintitantos están saliendo a hacer un planteamiento distinto. Y la visibilidad es lo primero para ser respetados, porque si no existimos, como es el mensaje implícito en los medios tradicionales que muestran a la homosexualidad como sinónimo de hombres afeminados que se pintan los labios y los ojos, nadie cuestiona la estructura patriarcal de la sociedad, ni hay necesidad de hablar de este tema ni de incluirlo en los programas de educación ni en los códigos de comportamiento. Admiro a los jóvenes que están haciendo ese esfuerzo, ya que por mucho que en la sociedad actual hay espacio para vivir fuera del clóset y hay dónde apoyarse para tomar esa posición sin convertirse en un paria, sigue siendo un enfrentamiento fuerte con los poderes fácticos de nuestro país.

La visibilidad es el tema. Si no tuviera la situación familiar que tengo, en que una patada a la puerta del clóset afectaría las vidas de mis hijos y mi mujer de una forma que no merecen, probablemente me uniría a esta gente, no siendo un activista sino que simplemente dejándome ver. No descarto que pueda llegar el momento para eso, no es hoy, pero puede llegar. El costo personal es limitado, es el dolor que le causaría a mis hijos lo queme lo impide. No soy de grandes amigos, no baso mi éxito profesional en mi vida social, y hace mucho que mi vida social se ha ido centrando en círculos más abiertos, como preparando el camino para lo que pueda venir. A mi mujer le costaría y le dolería porque sé que me quiere como nadie nunca me ha querido. Aún así, si no les hago daño a nuestros hijos, y si no se meten las serpientes venenosas que siempre aparecen a dar consejos a las mujeres en dificultades matrimoniales, podría llegar a ser una aliada fenomenal. Pero cuando estás lidiando con los problemas de la adolescencia, como lo están mis hijos menores, lanzarles este temita para que lo manejen me parece una brutalidad. Le voy a dar un poco mas de tiempo a este asunto.
¶ 4:04 PM |

Comments:
Hace rato que tenía pendiente la lectura de este post, por lo largo quedó pendiente, y sé que siempre son interesantes... en esta oportunidad no puedo no acompañarte, aun cuando piense que que tal vez tu lugar es en Chile, separado de tu mujer, acompañando a tus hijos y ampliando tu circulo social, pero aquí. Siento que el ritmo de salir o no salir es aquí dónde se siente, y por lo mismo donde puedes decidirlo.

Slds y que stés mejor

J.
 
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