Tuesday, January 02, 2007

 

La caja de los recuerdos

Wednesday, March 30, 2005
Tengo una caja que contiene una colección de objetos que provienen de distintas etapas de mi vida. Por ahí está el talón del pasaje y el boarding pass de mi primer viaje a Estados Unidos, que además fue mi primer viaje en un avión de verdad. Antes de eso sólo había dado una vuelta en una avioneta durante el festival de algún club aéreo de provincia cuando aún había aeropuerto en Hualpencillo. Eran los tiempos en que los viajes a Nueva York se hacían con escala en Lima, Panamá y Miami. Avión lechero, chico, B707 o algo así, poca autonomía de vuelo.
Fotos de cuando tenía dieciséis años, una cara angulosa y lindos crespos rubios que eran la envidia más que la admiración del sexo opuesto. No me decían que lindo a mi, sino que “¡que lindo pelo!”, que no podía soñar a piropo indirecto, hasta que seguían con un “¡Me encantaría tener el pelo así!”.
Decenas de cartas recibidas, tarjetas, botones, carnets de la mas variada indole, tarjetas antiguas, you name it!. En eso estaba cuando me encontré una carta de Nicolas, quién siempre escribía su apellido francés entero en letras mayúsculas. Apenas vi la carta fluyeron recuerdos gratos de hace ¿10?, ¿12? años, cuando el huracán rondaba por The Big Apple, New York City.
A Nicolas me lo encontré sentado en un bar, específicamente Splash, en la 17 entre la Quinta y la Sexta. ¡Que viejo que es ese bar, ya existía por esos tiempos y sigue ahí!. Un tipo de pelo negro y tez muy blanca, extrañamente atractivo, muy masculino, con cara como de extranjero, quiero decir poca cara de gringo, y con una expresión en la cara que parecía una sonrisa permanente o que reflejaba un alma predispuesta a siempre ver el lado bueno de las cosas. Siguiendo a mi líbido me acerqué, perdí el susto cuando le vi la expresión sonriente, y le hablé. No me acuerdo de qué, pero logré descubrir que era un estudiante francés de negocios que acababa de llegar a Nueva York para hacer una práctica en una sucursal de una de las mas importantes casas de moda francesas. Se estaba alojando en un hotel que quedaba a dos puertas del bar, hotel queme parecía haber visto anunciado en alguna revista gay. Conversamos algo mas, y con toda su simpatía me dejó entender que no ibamos a terminar en su cama esa noche. Pero me dio su telefono y me pidió que lo llamara. No entendí mucho que estaba pasando, pero en fin, volví a mi casa algo frustrado.
No pasó mucho tiempo y lo llamé. Quedamos de almorzar, comer o algo. Me contó mas de su práctica, y que ya estaba viviendo en otro lado en un departamento por ahí en downtown. No recuerdo mucho, pero claramente no ibamos destinados a la cama. Por entonces yo ya había caído en alguno de mis otros enamoramientos, lo que permitió que mi relación con Nicolás evolucionara naturalmente hacia una amistad, claro una amistad con diferencia de edad, él debe ser por lo menos unos 12 años menor que yo. Fue mas fácil como amigo, me invitó alguna vez a la venta para empleados de la tan mentada casa de modas. Compré algunas cosas para mi mujer a precios caros, pero infinitamente más baratos que los estratoféricos precios de lista que le daban al público. Nicolás se manejaba bien en ese ambiente y me contaba todas las copuchas internas de la empresa. De alguna manera se sentía intocable porque venía apadrinado por alguien muy cercano al diseñador que fundó la casa de modas, a a su pareja, no lo recuerdo bien. Alguien que era el novio de Nicolás y la razón por la que fuimos amigos y nada más.
Otra vez me invitó a acompañarlo un sábado a hacer algunos trabajos extra a la oficina de GMHC, una organización sin fines de lucro en la que trabajaba como voluntario en la parte administrativa. GMHC es la sigla de Gay Men’s Health Crisis y es una organización que tuve un rol muy visible en la lucha por controlar la epidemia de SIDA en los 80 y 90. De hecho todavía existe y está en lo mismo. Me contó la interna de esa organización también, con su humor y estilo galo. Es muy francés mi amigo Nicolás, eso si, de esos franceses simpáticos que me hacen sentir orgulloso de tener algo de sangre y hasta un apellido que viene de Francia. Sensación que no me es habitual.
Un día nos despedimos, volvió a su tierra. Nos escribimos algunas cartas, y algo pasó, no recuerdo qué, tal vez me cambie de casa o de país, y perdimos el contacto. Después me olvidé de él, seguí con mi vida, me vine a Chile. Hasta que anteanoche, medio desvelado, me puse a escarbar en la caja de los recuerdos y me encontré una de sus cartas. Ayer finalmente decidi encontrarlo. Google es maravilloso, y con un par de clicks me enteré que Nicolas esta dedicado a administrar una orquesta de musica clásica bastante importante. Administrar en el sentido de administración y finanzas y marketing. Apareció por ahí su mail, y a pesar de lo tarde en hora Europea, ahí mismo le mandé un mail corto para ver si era realmente el mismo, y no un alcance de nombre. Ya hemos intercambiado varios mails, mañana tenemos programada una conversación telefónica, y si, es el mismo. No le he hecho aún las preguntas difíciles, como si tiene pareja, tal vez porque no quiero saber. Pero se alegró de oir de mi, y se acordaba perfectamente de quien era yo… me describió exactamente la última vez que nos vimos. ¶ 11:47 PM Comments | Trackback

Comments: Post a Comment



<< Home

This page is powered by Blogger. Isn't yours?