Sunday, January 14, 2007

 

Indias

Saturday, June 11, 2005

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No es la primera vez que estoy en Cartagena de Indias, pero si la primera que salgo a caminar solo en la noche por la ciudad amurallada. Para los que no conocen esta ciudad, Cartagena está en la costa caribeña de Colombia, y es una ciudad que fue muy importante en épocas coloniales porque era el punto de partida de barcos españoles que acarreaban oro a España. El oro venía del interior de América del Sur, y la última parte del viaje antes de llegar a Cartagena la hacían en balsas por el río Magdalena, hasta un punto al norte de Cartagena, donde trasbordaban a carretas para llegar al puerto. Los fanáticos de García Márquez saben de que hablo, si han leído El general en su laberinto o El Amor en los tiempos del cólera.
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Como Cartagena era un puerto importante para los españoles, la ciudad tiene dos características que hoy la hacen un destino turístico. El primero es que la parte vieja de la ciudad está amurallada a la orilla del mar, con lo que se protegía de los corsarios de tiempos coloniales. El segundo es que tiene construcciones coloniales importantes y en general de buena calidad, ya que era una ciudad rica. En la última década han estado restaurando la mayor parte de los edificios y casas coloniales, y la ciudad vieja está quedando realmente preciosa.
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Además de la ciudad vieja hay una ciudad bastante grande a su alrededor, esa sí bastante más fea que la ciudad vieja. Hay una península que se llenó de edificios de departamentos y hoteles, todos bastante mediocres, aunque desde lejos se ve un skyline de resort internacional. Esas siluetas de edificios altos y esbeltos, en una península que debe haber sido muy linda antes que la llenaran de concreto. Por ahí hay un hotel internacional, el Hilton, y el resto no vale la pena mencionarlos. En la ciudad vieja si hay lindos hoteles, como uno que está metido en lo que fue un convento de monjas clarisas, y que apropiadamente se llama Santa Clara. Hay otros por el estilo en la ciudad vieja, como el Charleston.
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La caminata nocturna fue interesante, descubrí la Plaza de Santo Domingo, donde está lleno de restaurantes y bares que llenan la plaza de mesas muy al estilo romano. Ese es el lugar de los turistas, especialmente los más jóvenes, y también donde muchos locales van a tomarse una cerveza o comer algo. Pero en las angostas calles coloniales, llenas de casas estucadas de dos y más pisos con balcones de madera, también abundan bares y restaurantes de distintos pelos, desde bodegones a los que da un poco de susto entrar hasta restaurantes de alta cocina y a todo lujo.
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Hay muchas esquinas dónde se forman pequeñas plazas con asientos y un par de árboles, y dónde se juntan jóvenes a conversar y flirtear. Poca o nula onda gay, pero más de una morenaza me disparó una sonrisa. Finalmente llegué a la Plaza de la Aduana, la versión cara de la Plaza Santo Domingo, con boutiques caras a su alrededor, como Max Mara y tiendas de ropa carísima. Allí los restaurantes también tenían sus sillas y mesas en la calle pero en forma mucho más discreta y ordenada. Gente de mediana edad, elegante, más silenciosa. Finalmente decidí instalarme en una mesa en la Plaza Santo Domingo, y observar la fauna. Realmente hay bastante diversidad étnica en esta ciudad, algunos negros, algunos blancos, pero la mayoría una mezcla de todos las razas que han pasado por este puerto. Y con ritmo, la música de vallenato se oye por todas partes, especialmente en los taxis y en los bares más modestos. Buena onda los cartagenenses. Uno me convenció de comprarle unos colgajos de piedras locales después de que me mostró todo su inventario me quedé con lo menos feo. Se fue feliz el tipo.

Me fui a dormir sin mayores contratiempos y hoy cuando pude me di una vuelta por la ciudad vieja de día. Las calles estaban repletas de gente, las tiendas abiertas, ruido, gente bailando en las calles supongo que para darle sabor a la ciudad por cortesía del municipio. Ruido y mas ruido, cumbias, vallenatos, gritos varios, ferias callejeras. Negros jóvenes y delgados, con sus músculos marcados, muchos de ellos sin camisa. Calor pesado, húmedo, pero como que es el clima que debe tener una ciudad así. Una ciudad llena de conventos e iglesias, pero con los cuerpos al aire incitando a la lujuria. Estoy seguro que el día que Colombia pueda venderse como un destino seguro esta ciudad se les va a llenar de maricas, va a ser un destino gay de los mejores. Lo digo yo.
¶ 5:28 PM |

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