Saturday, January 13, 2007

 

Fin de semana en el sur

Saturday, May 14, 2005
Aquí estoy arriba de un avión, volando entre Miami y Santiago por el fin de semana, para ver a mi hijo que tiene una competencia deportiva en la que clasificó a nivel de élite. Una joda el viaje, pero le prometí ir a verlo y estoy cumpliendo. Se ha preparado varios años para esta competencia en su último año de colegio, y aunque trató por un tiempo de sostener que le daba lo mismo si lo veía o no, hoy día noté que le importaba. Así que agarré la reserva que tenía hecha por si acaso con millas para viajar hoy y la tomé.
Me da igual que gane o no, pero que esté en la final de una prueba difícil, a puro ñeque, lo encuentro que justifica el viaje y el dolor de espalda que voy a tener la semana que viene. Por que no estoy tan acostumbrado a hacer estos viajes largos en clase económica, y menos cuando tengo que volver dos días después. Pero tiene su gracia viajar en la parte de atrás del avión. Viene gente más real, que se pelea disimuladamente por apropiarse de las corridas centrales de asientos de este avión semi vacío, de manera de poder estirarse a dormir sobre tres asientos. Bueno, Huracancito reservó por Internet en una fila que no tiene a nadie más y ejerció su derecho de propiedad sacando al ciudadano que ya estaba listo para apropiarse de esa corrida. Y con la disimulada gentileza del que se sabe regalón de la linea aérea por su super millaje, sacó a uno los padres de niños que regresan de Disney World para apoderarse de una de las “camas” de clase económica. Hombrecitos con cara de sumisos maridos bajo el dominio de su correspondiente mujer. De los que hablan en falsete para no parecer demasiado hombres, no sea que ofenda a la matriarca. Pero que apenas se suben al avión toman ingenuamente posición de una corrida de asientos con la secreta esperanza de que ninguno de los tres asientos esté asignado. Es la “papita” que le recomendó el amigo que llevó a los cabros a Miami antes que él. Claro que es más efectivo, si uno va a tener que viajar en económica, meterse a la reserva en línea y asegurarse de que no estén ocupados los asientos, y después asegurarse al hacer el check-in. Una pena por el gordito que tuve que sacar, pero quería dormir.
Y dormí. Ya estoy en Santiago, disfrutando de un Apia frío, húmedo y nublado. Neblina por todos lados y ese frío no tan intenso, pero que cala los huesos. Así y todo es rico estar de vuelta en Santiago, está bonita esta ciudad.
Es sorprendente como estar sólo me hace apreciar mi familia, pero también me hace sentir bien como hombre gay, y a pesar de que sigo con un perfil muy bajo y sin salir del closet en muchos ámbitos, me siento bien. Creo que de a poco estoy configurando un cambio que va a ser importante.
Estuve con Paul en Nueva York a comienzos de semana. Es lindo Paul, con sus treinta y tantos años, cuerpo atlético pero natural, peludito pero sin exagerar, sus proporciones como dibujadas por Michelangelo. Realmente un hombre muy atractivo, culto, simpático. Y me hace sentir tremendamente atractivo, porque veo como disfruta estar conmigo, y cada vez que le mando un mail de dos líneas para avisarle que voy a aestar en Nueva York, me llama rápidamente para arreglar una cita. Y lega a la cita con una puntualidad inglesa. Y apenas puede me besa apasionadamente, como si se fuera a acabar el mundo, me pregunta un poco por mi vida y seguimos con sexo que tengo que reconocer que es lo mejor que he tenido en mi vida… cada vez, y cada vez mejor. De ese que termina en eyaculaciones copiosas y de largo alcance, un abrazo agradable y sin ganas de mandar al otro a dar un paseo. Pero es “no strings”, y su novio no sabe que hace estas maldades conmigo. Si no fuera por eso, podría embalarme fácil con él, pero no me gustaría la idea de después ser yo el novio que no sabe y otro el Huracán que ve por ahí escondido. Así que tomé la posición de disfrutarlo mintras dure. Es muy práctico, reservo una hora de almuerzo o un rato después de la oficina. O una mañana temprano. Sin rollos, sin recriminaciones ni exigencias, solo sexo de primera y consideración mutua. Pura atracción, no hy nada más de por medio.
Lo malo del sexo con Paul es que me deja la libido elevada y quiero más y más de lo mismo. Y cuesta encontrar esa calidad.
En Santiago no faltan los amigos con ventaja, los fuck-buddies, los veinteañeros lindísimos que insisten en que conmigo harían cualquier cosa que les pida. Creo que si se da este fin de semana me voy a dejar querer. Creo que voy a llamar a ese joven de 26 años con pinta de modelo pero con actitud de que no sabe lo lindo que es. Que hace tiempo que me dice que sueña con tener sexo conmigo y que cuando he estado con él actúa de una manera que me hace sentir atractivo y deseado. No hemos tenido sexo aún. Sigo pensando que los treintones y cuarentones son mejores, pero bueno, puede que este me haga cambiar de opinión. ¶ 3:57 PM |

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