Tuesday, January 02, 2007

 

Exhibicionista

Sunday, April 10, 2005

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Sorpresivamente el Huracán está de turista en Miami, ya no es más residente. Y de pronto todos las atracciones que tiene la ciudad pasaron a ser algo que había que conocer rápidamente, antes que los dioses del olimpo lo arranquen de su recién asumido habitat. Revisando la lista, hoy apareció la famosa playa. En todo este tiemo el Huracán ni siquiera se había acercado a la playa. A ninguna playa. No es que tuviera algo contra la playa, simplemente es que como estaba ahí todo el tiempo, un día iba a ir. Este Huracán, curiosamente, es un animal de montaña. Por lo que para que la playa resultara de verdad interesante decidió partir a Haulover, la famosa playa nudista y gay de Miami Beach.

Como novato que era, el Huracán se estacionó en el lado sur de la playa, y recién una vez que había pagado los cinco dólares de entrada al estacionamiento, leyó el letrero que clarito decía “The clothing optional beach is located in the northern end of the beach… etc.” En un istante decidió que no importaba el error, ya que el día estaba lindo para caminar y además le hacía falta ejercicio. Dejó todas sus pertenencias valiosas guardadas en la guantera, y se llevó cinco dólares en el bolsillo por lo que pudiera suceder. El Huracán se sacó la polerita y partió a investigar de que retrataba esta famosa playa.

El lado sur de la playa estaba lleno de familias con niños, y le entró la duda acerca de la distancia que tendría que haber para que el ambiente cambiara desde esa onda familiar de clase modesta al glamour de una playa nudista con inclinaciones gay. La caminata le resultó eterna y por el camino nada… todo el mundo vestido y aparentemente hetero. Caminó mas de un kilómetro, hasta que de repente, pasada una sección de la playa en que todos eran negros con trencitas de esas delgadas, apareció un cartelito que le avisaba al Huracán que si pasaba de ese punto “Podria encontrarse con bañistas desnudos”. También se empezó a ver llena la playa de nuevo, después de un trecho donde prácticamente no había gente.

Ahí se empezó a poner buena la cosa. Aunque había muchos trajes de baños entre la gente, el hombre mas cercano al límite donde estaba el cartelito de advertencia venía caminando resueltamente hacia el Huracán, totalmente en pelotas. Al Huracán le entró el susto y se sintió excesivamente arropado, con sus short hasta más abajo de la rodilla, la polera en la mano y la toalla tirada sobre los hombros. Para disimular se trató de esconder entre un grupo de adolescentes negros, que venian caminando por la playa en la misma dirección del Huracán mientras jugaban con una pelota de fútbol americano y comentaban en voz alta “Hey, bro, told ya this was no gay beach”. Sería por la cantidad de mujeres que se veía entre la gente que estos pintorescos jóvenes supusieron que no era una playa gay. El debate siguió mientras el Huracán los acompañaba, y aunque evidentemente no fuera parte del grupo, por lo menos evitaba ser observado directamente.

La calidad de los cuerpos a la vista era variada, algunos excepcionales, los menos, ya que la mayoría estaba bastante por debajo del promedio de un gimnasio santiaguino. El Huracán recorrió todo el pedazo de playa asignado a “clothing optional” caminando por el borde alto de la playa desde donde se podía ver una panorámica. Decidió regresar, esta vez caminando por la orilla el mar, al sector donde la calidad de la fauna masculina destacaba, aunque fuera marginalmente, por alguna preocupación por mantener la guata bajo control. Allí buscó un pedazo de arena libre con suficiente espacio alrededor como para tener un área de protección, y se sentó en su toallita recién comprada. Tan vestido como había llegado.

El mar tendía lindo color y el sol brillaba arriba, calentando bastante. De pronto el Huracán decidió que había llegado la hora. La hora meterse al agua, pero no iba a mojar el short para después subirse a su nuevo sedán alemán de color plateado chorreando agua salada. Así es que decidió seguir un consejo que le dio alguna vez su mamá: “When in Rome, do as Romans do…”. Y voló el short, quedando totalmente desnudo. Curiosamente no le sobrevino un sentimiento de pudor, al contrario, se apoderó de él una faceta exhibicionista que no conocía. Esa playa estaba llena de gente, hombres y mujeres, gays y straights, y el Huracán tranquilamente lucía sus intimidades sin una pizca de incomodidad. Al contrario, con un secreto orgullo de sentirse observado por algunos elementos interesantes de la fauna presente.

Se levantó de la toalla y camino a paso decidido hacia el mar, el que resultó estar un poco mas frío de lo esperado. Se metió al mar sintiendo las miradas del público sobre su espalda. Apenas pudo giró en 180 grados para dar la cara a su público admirador y al mismo tiempo ponerle ojo a su ropa y toalla, solitarios en medio de la arena. Porque una cosa es andar en bolas un rato por la playa, otra que le roben la ropa y tener que volver en pelotas al auto que se encontraba fuera del territorio de “Clothing Optional”.

La mejor parte era la que venía, la salida del mar, después de sumergirse apropiadamente para que el agua estuviera chorreando por los pectorales hacia la entrepierna en el momento de pisar la arena seca de la orilla, para el deleite del público interesado. Como en los comerciales de televisión. Caminó lentamente hacia la toalla, la tomó y comenzó a secarse con tranquilidad, enfrentando a su público y dejándolos ver todo lo que quisieran mirar. Si al fin y al cabo era una playa nudista, ¿no?

En eso el Huracán notó un cuerpo masculino que iba caminando, con traje de baño celeste de esos que usan los surfistas. Un cuerpazo, sólido, musculoso, poca grasa. Unos pectorales trabajados, con una cabeza que decía latino, pero latino blanco con un toque de africano. Algo asi como la Bianca Jagger pero en macho, y muy masculino. Pelo corto, casi estilo militar. Se notaba algo incómodo, como que no sabía que hacer, si poner su toalla ahí en medio de toda esa gente desnuda o seguir caminando. Cada tanto miraba al Huracán con cara de angustia, y el Huracán lo miraba de vuelta. No se le ocurrió sonreir... A los pocos segundos siguió caminando lentamente y se fue perdiendo en la playa.

Al rato el Huracán decidió partir. Se vistió y partió a investigar donde estaba el estacionamiento para poder venir directo a esta parte de la playa sin tener que caminar diez cuadras. Pasó por el baño público y llegó a un tunel peatonal que pasa por debajo de la Collins Avenue. Cruzó hasta el otro lado y encontró el estacionamiento que debería haber usado. Estaba parado ahí pensando en la caminata que le esperaba cuando apareció una camioneta enorme, y guess what?, la iba manejando el dueño del traje de baño celeste. El Huracán levantó el pulgar para hacerle dedo, a ver si lo llevaba al otro estacionamiento. El traje de baño celeste le contestó con un thumbs up y detuvo su vehículo en uno de los puestos de estacionamiento. Pensó que el Huracán le había hecho un thumbs-up piropeándolo. Medio muerto de vergüenza el Huracán se acercó a la ventanilla y le habló.
“Hi”y le respondieron, “Hi, what’s your name?”.
“Huracán, and yours?”
“Marcos”
“Ah bueno hablemos español entonces”
“Si, de donde eres?”
“Yo, hmmm, este, de Chile, y tu?”
“De los Angeles pero vengo mucho a Miami porque estoy trabajando aquí”
“Ah”
“Y tu vives en Miami?”
“Hmmm, si, ¿no me quieres llevar al estacionamiento sur que estoy estacionado allá?”
“Pues, mira, ando con más gente y los tengo que recoger aquí afuera y partir hacia el otro lado, si no, te llevaría”
“hmmpfff, que lástima voy a tener que caminar de vuelta”
“¿Y que buscas?”
“Eso, alguien que me lleve, y la verdad si le iba a pedir a alguien, me pareció que a ti que te vi en la playa y eres muy atractivo…”
“Gracias, tu también lo eres, te vi saliendo del agua…”
“Y ¿entonces?”
“No sé, yo soy nuevo in this scene”
“But you are, right?”
“Oh, yeah, not new to that, but new to this whole nude beach scene, I don’t yet feel totally comfortable”
“Oh, yeah, I am new too, that’s how I parked at the wrong end of the beach, this is my first time here”
Marcos no se la creyó, después de ver el descaro con que el Huracán secaba sus presas frente al público. Debió pensar que el Huracán era algún tipo de freak de estacionamiento que quería meterlo entre los arbustos, violarlo y estragularlo o algo por el estilo. Inventó una excusa y partió a recoger a sus amigos… No hubo intercambio de teléfonos. Y el Huracán tuvo que caminar por la orilla de la playa de regreso al estacionamiento familiar. Su premio de consuelo fue que como ya estaban cerrando la playa se cruzó con la camioneta que traía los salvavidas que terminaban su jornada. Todos espectaculares, la camioneta llena de bote en bote, con uno de ellos, un rubio muy bronceado manejando. Al ver los ojos de huevo frito con que miraba el Huracán, disminuyó la velocidad y le flirtió descaradamente, para volver a acelerar al segundo. Le dejó una sonrisa en la cara al Huracán. Es bueno estar de turista, ¡parece que se había estado perdiendo algo este Huracán! ¶ 1:33 PM |

Comments:
Ante la falta de imagenes de quién escribe hace que uno mientras lee tome su propio archivo de imagenes, y complete estos vacíos graficando el relato. Viste el nuevo bond saliendo del mar en casino royale?
bueno, eso imaginé.
bien por ti

Slds
 
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