Friday, October 06, 2006

 

Africa

Tuesday, January 25, 2005

Tiene razón Sinister Jazz en que en la mayoría de los grupos con los que uno interactúa es difícil encontrar gente que quiera hablar de cosas sustantivas, no es una particularidad del mundo gay. Pero uno pensaría que teniendo buena parte del mundo en contra, debería ser un grupo humano mas pensante, preocupados de la cosa social. En fin, con mi amigo empezamos a hablar de cosas serias desde la primera vez que nos juntamos, y todavía. La segunda vez que nos vimos, yo con algo de ilusión, me contó que era cura, lo que me ayudó a entender su reacción frente a los comentarios que le hice acerca de la iglesia. Siguió de cura por un tiempo mas, pero un día ya no más, y dejó la burbuja que lo protegía dejando colgada la sotana por ahí. La vida ha sido dura para él desde entonces, pero como dijo un Huracán alguna vez, hay que jugar las cartas que te tocan. La relación que tuvimos duró, fue una buena amistad y algo más. Hasta que se fue a decidir su destino a otro lado, lejos. Cuando volvió, con su destino decidido, seguimos siendo amigos aunque sea para tener con quién hablar de cosas sustantivas.Quiero conocer Sudáfrica. Tal vez algún día, pronto, vaya. Me atrae la historia de la lucha que hubo durante los largos años del apartheid, con esa brutalidad y racismo que parecen sacados de un cuento de terror. Donde a Mandela y al African National Congress se les tildaba de comunistas, y como pudo llegar a gobernar su país después de tanto tiempo preso, una vez que cayó el muro de Berlin. Me intrigan los Boers, la tribu blanca, como se hacían llamar, ya que son una evolución rarísima de gente de origen holandés, muy distintos de los holandeses de Europa. De hecho muy opuestos en su manera de pensar. Holandeses que son una maravilla de tolerancia, contrastaban con el racismo descarado de los boers.Un vez conocí a uno, un sudafricano blanco, que hablaba afrikaans e inglés. Nos conocimos en un gimnasio en USA, mientras yo vivía allá, y nos descubrimos miembros de la misma minoría a traves de un chat de America Online. Un tipo de treinta y pocos años, casado con una Latinoamericana despampanante con la cual tenía dos hijas.Después de años de saberse gay, se encerró un fin de semana en un hotel a pensar en como seguir, y decidió separarse de un día para otro. Claro, él lo sabía desde antes de casarse, y ya había tenido alguna experiencia en esa época. Después de casado fue fiel a su mujer hasta que decidió separarse. Inicialmente se mantuvo muy cerca de su familia, un par de kilómetros, en el mismo suburbio de Nueva York. Allí fue que nos encontramos la primera vez, después de chatear en AOL, y recuerdo haber pasado la tarde oyendo esa maravillosa música africana, cantos llenos de ritmo, juegos de voces, que traen imágenes de Africa. Karl era africano ciento por ciento, añoraba Africa, amaba a Africa. Quería volver a su patria. Un africano más alto que yo, rubio de esos que tienen dos tonos, uno más oscuro y uno más claro, dirty blond creo que es el término correcto. Con un cuerpo bien cuidado, después de todo lo conocí en el gimnasio. Con un torso fuerte, marcado, velludo. Era realmente muy atractivo el boer éste. Nunca tuvimos más que una amistad, aunque dos o tres veces nos sacamos la calentura en forma muy efectiva. No podría decir que hubo una relación, pero esas pocas veces fueron memorables.Por esos días yo había conocido a John, un italiano bien diferente físicamente de Karl, mas aceitunado que blanco, pelo negro, fibroso y bueno, algo de siciliano parece que tenía. Ya tengo tradición de presentar amigos que terminan enganchando y teniendo relaciones apasionadas y tormentosas que eventualmente me vuelven a penar. Asi pasó con Jack y Karl. En algún momento de poca lucidez se me ocurrió presentarlos, poca lucidez, porque a partir de ese momento dejé de tener los privilegios que tenía con ambos. Y empezaron una relación apasionada, con cuento. Karl convenció a Jack, italiano de familia católica conservadora, de salir del closet, al menos con sus padres. El proceso fue muy difícil para él, y necesitó el apoyo de Karl a cada paso, y francamente creo que sólo lo hizo por él, a pesar de estar convencido de que con eso iba a amargarle la vida a sus padres. Pero estaba tan absolutamente enamorado de Karl que creo que hubiera hecho cualquier cosa que éste le hubiera pedido. Eso duró como seis meses, y en eso Karl decidió ir a vivir a Manhattan, dejando el suburbio de Connecticut donde también vivía Jack. Y también decidió dejar a Jack, para partir de nuevo con su vida en la ciudad. Destrozado no alcanza a definir como quedó Jack por esos días, y por supuesto llegó a llorarme a mi, como si por haberlos presentado yo hubiese tenido alguna responsabilidad. Quería que intercediera con Karl, porque a él no lo quería oir, me contó todo lo que había hecho para complacerlo, como le había causado dolor a sus padres, y me confesó que realmente necesitaba a Karl, que la vida era muy difícil sin él. Muy a mi pesar traté de interceder, qué ingenuo era en esos tiempos. Ahí vi el lado frío de Karl, el boer, no el africano de las canciones rítmicas. Que se cree Jack? Que soy su niñera? Se acabó, problema de él si se apegó tanto… ¡Cambio y fuera!No fue la última vez que lo vi. En ese periodo en que dejé a mi familia, hace ya más de ocho años, terminé viviendo en un edificio del West Side de Manhattan. Karl vivía en el edificio contiguo, parte del mismo complejo. Terminé una noche durmiendo con él, su departamento tenía mejor vista que el mío, y además me sentía muy solo. A esas alturas a Karl lo carcomía la añoranza por Africa, y ya tenía preparado su regreso a la madre patria. Yo estaba por ir a Sudáfrica por negocios, algo con el Ministerio de Hacienda. Ya con un gobierno democrático los bancos de inversión norteamericanos estaban en condiciones de hacer negocios con el estado sudafricano. Su consejo fue que no fuera, que sus compatriotas eran muy racistas, y que ser latino no era la mejor carta de presentación. Me pareció curioso el consejo, pero tenía razón, los mandos medios en Johannesburg seguían en manos de la minoría boer, y no eran muy abiertos de mente. No fui a Sudáfrica, fue un compañero de trabajo negro, hijo de un embajador miembro del cuerpo diplomático de Estados Unidos. No le fue bien…Me imagino que Karl ahora está de vuelta en Sudáfrica y estará disfrutando del verano que comparten con nosotros, los argentinos, los australianos, los neozelandeses y los uruguayos. Bien exclusivo el club veraniego en esta época.Hoy recibí un e-mail del pasado. Encontré su e-mail al pie de un artículo que escribió en un diario y bueno, le mandé una notita a ver si se acuerda de mí. Hoy Keith me respondió desde las profundidades de la nieve neoyorquina. Sorprendente que todavía se acuerde de mí, y hasta me recordó algunos detalles que se me habían olvidado. Está muy bien, aunque terminó su relación después de ocho años y está soltero nuevamente. ¶ 1:01 AM

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