Saturday, August 26, 2006

 

Navidad

Saturday, December 25, 2004


Antes de ayer estaba al teléfono con un colega neoyorquino que me tuvo que cortar porque ya se iba temprano y era de los últimos que quedaba en la oficina. Irónicamente le dije que se tomaban bastante en serio esto de la navidad, y que me impresionaba que una fiesta religiosa tuviera tanto impacto. Ahí se rió, y me dijo con la misma ironía, que sí, que era especialmente el aspecto religioso lo que lo tenía motivado y que salía corriendo a la iglesia. Seguro se iba a tomar el tren para ir a los suburbios a hacer las últimas compras, tal como en Chile estábamos en lo mismo. Estos son los mismos liberales que se escandalizan cada vez que Bush menciona a Dios en algún discurso, pero que a la hora de paralizar el país por una fiesta religiosa cristiana, no se extrañan y les parece absolutamente lógico.Porque vale la pena acordarse que la navidad es una fiesta religiosa occidental, no es una fiesta que importe mucho en China o Japón, y para que decir en la India. Con eso ya dejamos mas de la mitad de la humanidad fuera. Pero, en estos tiempos en que la religiosidad se ha ido diluyendo en Europa y en ciertas áreas de Estados Unidos, ¿en que se ha convertido esta fiesta? ¿En el festival de invierno? ¿O debemos aceptar que esto es una fiesta cultural, una tradición?. Una tradición que dejó atrás las connotaciones religiosas para mucha gente. Sea lo que sea, los neoyorquinos la celebran en grande, se h a convertido para esa ciudad en una gran fiesta, que empieza a prepararse el día después de Thanksgiving, alcanza su máxima intensidad en nochebuena y termina el 1º de enero con los cuerpos cortados por la farra de año nuevo. El gran festival de invierno, con su escenografía de nieve, aunque hubo poca este diciembre, arbolitos sin hojas y con las ramas delineadas por luces blancas, guirnaldas por doquier decoradas con elegancia, multitudes en las calles, abrigadas, caminando alegres, dejando una estela de vapor con sus respiraciones agitadas.¿Qué pensará el resto del mundo de esta locura de consumo de diciembre? ¿Será que la ven como una fiesta religiosa o una simple fiesta occidental que se confunde con el año nuevo? La verdad poco me importa.La religión también es un conjunto de tradiciones, entre otras cosas, ya que la mayor parte de los ritos, reglas y costumbres de las religiones tienen su origen en costumbres de alguna época que se asumieron en los ritos y quedaron como tradiciones, que con el tiempo se arraigaron y se asimilaron en la mente de muchos a los dogmas de la religión. Si a la religión católica se le arrancara todo lo superfluo, los ropajes, las tradiciones adoptadas en el tiempo, y se deja sólo lo fundamental, me da la impresión de que lo que queda es algo simple, no fácil de entender, pero simple. El cristianismo fundamental. Algo como lo que quisieron hacer los protestantes europeos, dejando de lado los aspectos teológicos, en la época de la reforma. Pero que con el tiempo se fueron por el mismo camino, asumiendo tradiciones nuevas o volviéndose fundamentalistas literales. Como que las organizaciones religiosas no pudieran concentrarse en la inquietud acerca de la trascendencia del ser humano, y sienten la necesidad de construir una escenografía e incorporar parafernalia que atraiga a las masas. Y después las aleja, porque lo que fue marketing para la generación anterior se vuelve dogma para la siguiente, y eventualmente algunas generaciones más tarde se rechaza por inapropiado. Un ciclo extraño.Mi familia también ha ido construyendo sus tradiciones, algunas que sorprenderán a los bloggeros que han leído algunas de las historias del huracán. La misa de nochebuena, que se ha ido convirtiendo en la misa de la tarde del 24 de diciembre. En una linda parroquia en Lo Barnechea, que saca la misa a la calle, cortan el tráfico de un par de calles y lo llenan con sillas alrededor de un estrado donde se sitúa el altar. Todo esto entre casas enormes, de esas de La Dehesa de antes, con jardines exuberantes, preciosos techos de teja chilenas con textura anaranjada entre los árboles frondosos. A las 8 de la noche en la calle en verano, cuando la temperatura está ideal, y los colores “atardecer en La Dehesa” alcanzan su perfecta expresión. El verde de los árboles exóticos mezclado con el terracota y blanco de las casas, y el cielo celeste intenso del atardecer. De fondo las montañas de los Andes.La calle se fue llenando de familias de ese barrio, ricos, como diría la Juana, que trabaja en mi casa. Gente linda, dirían otros, la burguesía, la clase alta, los A del ABC1. Los que viven en un mundo diferente, y que no se dan cuenta de cuán diferente es su mundo del mundo del común de la gente. Los exitosos de la economía de mercado, que llenan las calles del sector al estacionar sus enormes jeeps o SUVs, autos europeos, minivans de familias católicas con siete o nueve hijos.Miraba a mi alrededor y aparecían caras conocidas, ex-compañeros de universidad, gente que conocí cuando eran pobretones, como lo era yo en esa época. Muchos fuimos a parar por acá, a vivir en los mejores barrios de Santiago, a tener preciosos autos, lindas casas. Pero no nos vemos mas que de vez en cuando en la calle, con saludos apurados. No hay sentido de barrio en estas partes de Santiago, en que todos llegaron de alguna parte. Porque su éxito económico se lo permitió. Pero no hay comunidad, fuera de la que anuncia el cura por su equipo amplificador, que es la comunidad de la parroquia, reservada para los católicos dedicados. Los demás no se conocen, no interactúan, viven encerrados en sus casas con hermosas rejas altas y sistemas de seguridad, protegidos por guardias privados. No conversan con sus vecinos a menos que estén obligados. Sus hijos no juegan en la calle, reciben invitados o son invitados a otras casas, generalmente lejos. No hay parques ni plazas que inviten a reunirse. Es un hermoso desierto verde y terracota, con algunos toques de ocre. Con oasis privados metidos detrás de las rejas de las casas.Gente linda, algunos extraordinariamente lindos, “guachones” como se dice ahora. Jóvenes, viejos… buena genética. Un “melting pot” muy selectivo, básicamente europeo, con toques nórdicos, casi nula componente mapuche, obviamente poco judío en una ceremonia católica, y con esa pizca de árabe palestino que se ha ido mezclando en nuestra nacionalidad para darnos esos ejemplares de osezno que frecuentan los gimnasios más exclusivos. Lindo pueblo, aunque no tiene mucho que ver con la masa que circula por los malls, el metro y los paseos peatonales del centro de esta ciudad.Mientras se congregaba la gente alrededor del altar, pensaba cuantos gays habría allí. Cuantos hombres casados en el closet, muchachos torturados por su sexualidad, jóvenes en el closet, alguno fuera del closet con su pareja. Reconocí a algunos. Pensé en la triste vida de un cura pedófilo, no la del que han pillado y está en la cárcel, sino que el que está allí y todos los días vive la inconsecuencia máxima, bendiciendo a sus semejantes y violando a sus hijos. Pensé que toda esta gente que se ve tan pura y linda congregada alrededor del altar también piensa en sexo innumerables veces al día y que lo practica dentro y fuera del matrimonio, con y sin anticonceptivos. Que usan condones, que lo hacen por placer pero que tienen que mantenerlo en la esfera de lo santo frente a sus pares. Que el cura tiene que condenar a los gays practicantes, y por supuesto abominar del matrimonio gay. A pesar que conoce a otros curas gays, algunos con parejas. Oigo hablar de amor, y tantas otras cosas lindas. Una prédica de obispo, con alguna profundidad, cosas esenciales. Y pienso que de todo lo que dijo, no veo ninguna razón para que mi amigo Andy, el que se casó en Canadá con su querido amigo Jonathan, no estuviera aquí sentado con nosotros celebrando, abrazando al hombre de su vida como muchos otros abrazan a sus mujeres mientras celebran la llegada de Cristo a la tierra. Mis amigos del Opus Dei me dirían que tengo una enorme confusión, que no entiendo nada. Que la ley natural, que la santidad del matrimonio. Que se yo, no entiendo nada.Pero sigo teniéndole un respeto enorme a ese señor cuyo cumpleaños celebramos hoy, porque de lo que dicen que dijo, hay cosas que no me gustan porque me cuestan, pero ¿que esté en desacuerdo? No, eso no.Termina la misa, la celebración de navidad ahora es con mi familia. Cantamos al terminar Noche de Paz. No importa cuanta racionalidad haya en mi mente, oigo dos estrofas de esa canción y me cuesta retener las lágrimas. Tradición. Lo simple, una madre y su hijo recién nacido. Que fuerte!Fluyen los recuerdos de mi padre, por allá atrás, hace miles de años, antes que mi familia se destrozara. Que tenía una vieja armónica, muy fina, guardada en una caja de cuero. La sacaba todas las navidades y tocaba Noche de Paz con sentimiento. Un hombre que no sabía expresar su cariño mas que con una palmadita en el hombro, cuando sacaba esa harmónica nos daba una sobredosis de cariño y emoción en esos tonos quebrados de la harmónica. ¶ 1:14 PM

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