Monday, August 07, 2006

 

Casitas de La Dehesa

Friday, December 03, 2004


A los cuarenta años tomarte unas copas de vino de más en compañía de un hombre más joven, atractivo, deportista, macho. Anestesiar por un rato las inhibiciones y darle rienda suelta por primera vez en la vida a tus ansias reprimidas de tener un cuerpo masculino entre tus brazos. Darte cuenta de que eso es una sensación potente, real, que es lo que eres en lo más básico de tu ser. Tomar conciencia que en el minuto en que tienes a ese otro hombre entre tus brazos serías capaz de mandar al diablo todo lo que construiste en años de trabajo y dedicación, sólo por no perderte ese momento. Pasar por la pequeña muerte que es un orgasmo con un hombre desconocido en una cama en la casa de la playa donde has estado muchas veces con tu mujer. Iniciar la caída a un profundo abismo de culpa y recriminación por haberte dejado llevar por un deseo tan abominable, por el lado oscuro de tu ser. Pensar en tus hijos que vas a dejar al colegio y que se despiden de ti con un beso en la mejilla, y se bajan del auto felices de tener el mejor papá del mundo, que los quiere, que es lindo y cariñoso. Niños que tienen un mundo familiar estable en el que eres el pilar fundamental. La misa dominical en familia donde lo que pasó en la casa de la playa es un recuerdo horroroso que te impide comulgar porque no te atreves a hablarlo con nadie, menos con el confesor. Nunca se te había ocurrido que el cura del confesionario probablemente entiende mejor tu rollo de lo que te puedas imaginar. Y que no se va a sorprender si le cuentas.Olvidarse por un minuto de las culpas, y rememorar los instantes de pasión con ese cuerpo en tus brazos, verlo en sueños y pesadillas, volver a la playa, buscarlo. De nuevo la pasión, esta vez sin copas de vino, de nuevo esa intensidad que nunca antes habías imaginado posible en la cama. Otra vez morir un poco y caer. Ya estás de nuevo pensando volver a la playa, y en eso alguien en el ciberespacio te habla del Huracán, que parece que ha pasado por lo mismo, que se deberían conocer.Así conocí ayer a Juan Pablo. No es mi caso, por las circunstancias que tuve, mi primera vez fue a los tres años de haberme casado, y mi mente de boy scout me forzó a contarle a mi mujer, porque no estaba dispuesto a mantener una mentira de ese tamaño como base de una relación en que compartimos la vida. No le podía mentir así a la persona más cercana que tenía, a mi mejor amiga, a la madre de mis hijos. Mi caso no es el de Juan Pablo, pero lo siento como si fuera mío. Entiendo su profundo conflicto y lo que está sufriendo en la medida que se desgarra internamente cuando su lado afectivo lo lleva a su familia y su ser íntimo y real lo lleva a querer estar con otro hombre. También entiendo que está aterrorizado por lo que descubrió y por las decisiones que eso lo puede hacer tomar. Y que quiere a su familia y que está dispuesto a sacrificar mucho por no causarles un dolor profundo. Porque para sus hijos que su papá se separe de su mamá porque es maricón no es un problema fácil de manejar. Porque si se fuera, su mujer va a caer en una espiral de pánico, rabia, odio y vergüenza, aunque tal vez algún día lo perdone. Que sociedad extraña esta en que crecimos que está organizada para forzarte a ser lo que no eres, que hace que los maricones seamos padres de familia. Irónicamente, con la naturaleza de caretakers que tenemos, generalmente somos buenos padres, de los mejores. Aunque no seamos buenos para la pelota. Y cuando ya no puedes más, te destruye, destruye a los tuyos, los vuelve parias o los fuerza a que se conviertan en tus peores enemigos. La vida de un gay metido en el mundo hetero de los padres de familia es curiosa. Nadie te va a preguntar si eres marica, nadie te va a decir que lo eres, sería de muy mal gusto, es muy poco probable que ocurra. Además no te lo preguntan ni te lo dicen porque ¿Qué hace un hombre heterosexual si tu respondes que si, que eres gay? Un sabio amigo me aconsejó hace muchos años que si alguien me preguntaba por mi orientación sexual, contestara, How badly do you want to know? Hasta ahora no he tenido la oportunidad de contestarle eso a alguien, porque la única persona que en mi vida me ha preguntado directamente es alguien a quién tenía que responderle la verdad, y para que decir que cuando me preguntó fue uno de los instantes más complicados de mi vida. Esa es una historia para otro día. ¶ 2:36 PM

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